¿Puede el hombre correr un maratón en menos de 2 horas?

2021-12-22 10:22:23 By : Mr. winme hu

El profesor y científico zaragozano Borja Muñiz participa en un proyecto internacional que busca al primer deportista capaz de rebajar las 2 horas oficiales en la prueba reina del atletismo.

El gran muro del atletismo se levanta sobre los 42 kilómetros y 195 metros del maratón y tiene la altura de 1 hora, 59 minutos y 59 segundos. Este es el tiempo de valor metafórico sobre el que se asienta uno de los desafíos fisiológicos más mitificados y anhelados del deporte, como en su día lo fueron los 10 segundos en los 100 metros lisos. Rebajar las dos horas en la prueba reina de la disciplina olímpica primigenia y más universal representa un reto que contiene por sí solo toda la fuerza simbólica de los límites del cuerpo humano y del origen legendario -la historia de Filípides y su épica a pie para anunciar la victoria sobre los persas- de una carrera que es mucho más que eso.

Conforme la progresión de las marcas han ido acercando al hombre cada vez más a ese umbral de apariencia utópica y mágica durante tantos años, la caza del unicornio de las dos horas se ha acelerado, observándose más factible y real que nunca. El aragonés Borja Muñiz Pardos, investigador y profesor de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad de Zaragoza, es uno de los apasionados ‘capitán Ahab’ que persiguen esa gran ballena blanca.

Desde 2018, este fisiólogo trabaja en el Proyecto Sub2, un programa internacional cuyo objetivo es impulsar a un atleta a correr un maratón oficial en menos de dos horas por primera vez. Al frente del equipo está Yannis Pitsiladis, científico deportivo de la Universidad de Brighton. Desde su lanzamiento del proyecto en 2014, ha volcado todas las posibilidades éticas y legales de la ciencia para descubrir, preparar y promover a ese atleta predestinado. «Conseguí una estancia de investigación y comencé a trabajar en el Proyecto Sub2. Hemos desarrollado varios estudios relacionados con la optimización de la fisiología», explica Muñiz.

El zaragozano pertenece a un consorcio de científicos desplegados por todo el mundo y con Kenia y Etiopía como bases de campo. Trabajan en las áreas de la preparación física, la biomecánica, la nutrición, la genética, la fisiología, la medicina y el material deportivo. “Desarrollamos la ciencia y las innovaciones tecnológicas para mejorar el rendimiento y lograr que un maratoniano baje de dos horas. Hemos realizado varios estudios. Por ejemplo, el desarrollo de una bebida energética de la mano de la marca Maurten con alta concentración de carbohidratos, administrándola cada 5 kilómetros. También medimos la biomecánica a los niños keniatas con sensores. Hemos hecho investigaciones sobre técnicas de estimulación cerebral en competición y sobre la restricción de oxígeno en músculos concretos con bandas elásticas en piernas o brazos, una especie de hipoxia local… Y en Tokio ya extendimos el uso de unas píldoras para monitorizar la temperatura corporal...”, cuenta Muñiz.

Ellos ponen el conocimiento al servicio del gran objetivo. Pero necesitan el talento natural. Y ese talento lo tienen los atletas del África Oriental. Muñiz y sus compañeros han tenido en el, para muchos, mejor fondista de la historia, el etíope Kenenisa Bekele su Santo Grial. Un diamante pulido mientras colaboraba con el Proyecto Sub2. Bekele corrió el maratón de Berlín de 2019 en 2:01:41, solo dos segundos más lento que el récord mundial (2:01:39) registrado un año antes, en la misma ciudad alemana, por el keniata Eliud Kipchoge. El pulso entre ambos reyes ha acercado el tiempo a las dos horas. Kipchoge corrió por debajo de esa barrera en el evento promocional de Ineos y Nike en 2019 en Viena, en un circuito diseñado a medida y protegido del viento, liebres a turnos y en formación aerodinámica, un haz de luz marcando el ritmo ideal y unas zapatillas ahora no homologadas. Corrió ese maratón artificial en 1:59:40. Un registro que no fue validado por la IAAF, pero que arrojó algunas respuestas sobre la fisiología en la prueba. “Fue muy interesante desde el punto de vista del show, pero, ojo, esa marca no significa que el cuerpo humano pueda correr a ritmo de menos dos horas, porque todo el mérito no fue del cuerpo humano”, puntualiza Muñiz. “Tanto Bekele como Kipchoge son dos estrellas. Para mí, Kenenisa es el mejor de la historia. El Proyecto Sub2 comenzó con él de la mano. Comenzamos examinando su economía de carrera con las primeras Nike con placa de fibra de carbono que hubo. Pero él es una virtuoso fisiológicamente, solo que es más disperso entrenando, no ha ansiado las marcas tanto como Kipchoge”, resalta.

Ambos han llevado el maratón a otra dimensión. ¿Podrá cazar alguno de ellos el unicornio? "Yo creo que sí se bajará de las 2 horas en un maratón oficial”, indica Muñiz. Sabemos, pues, que el reloj disolverá los 100 segundos que restan. Falta conocer quién lo hará. “Bekele (39) y Kipchoge (37) se están haciendo mayores. Pero los próximos años van a ser muy interesantes porque Uganda se ha subido con fuerza al tren con Cheptegei y Kiplimo”, pronostica. Cheptegei destrozó en 2020 los récords mundiales reinantes durante más de 15 años de Bekele en el 5.000 y el 10.000 -el mejor predictor del maratón-. Tiene 25 años, su salto a la distancia reina parecía cercana, pero en Tokio se le escapó el oro olímpico del 10.000. Quizá hasta después de París 2024 no dé el paso. Y Kiplimo, más joven, de solo 21 años, bronce en Tokio en el 10.000, asombró hace unos días en Lisboa machacando el récord mundial del medio maratón. A ambos les sorprendió en Tokio este verano Selemon Barega, etíope, de 21 años también. Ellos son los nombres potenciales. Nos falta también el dónde. El lugar. Berlín es el maratón más rápido junto a Londres. Pero Valencia, que se celebra hoy, emerge con fuerza: nivel del mar, desnivel justo, temperatura otoñal, trazado con pocas curvas abiertas, buen asfalto... Los organizadores aspiran al 2:02:00 -sería la tercera marca de la historia- después del 2:03:00 del keniata Evans Chebet hace un años. No están los grandes monarcas, pero sí algunos príncipes como Kanworor y Cherono. “Sí -apunta Muñiz-, Berlín o Valencia son rápidos”. Pero nos falta el cuándo. “Creo que es inminente, cosa de cinco o seis años”, aventura.

En 1991, el médico y fisiólogo Mike Joyner escribió un artículo en el que predijo que el ser humano bajaría de las dos horas. "Se basaba en los mejores valores posibles para el VO2 Max (cantidad máxima de oxígeno que un ser humano puede procesar), la economía de carrera (eficiencia con la que el cuerpo usa ese oxígeno) y el umbral de lactato (punto de inflexión a partir del que comienzas a producir demasiado ácido láctico y dispara la fatiga). Son los tres indicadores fisiológicos principales en la mejora de un atleta», analiza Muñiz. "Dijo que ese maratón más rápido posible corrido por el atleta ideal se haría en 1:57:58», añade. "Sin embargo -interviene-, Joyner no contaba con una cosa: las zapatillas modernas".

Desde la existencia de la medición de tiempos en su distancia actual -hasta 1908, el maratón oscilaba en torno a los 40 kilómetros-, los récords mundiales siguieron una progresión lineal. Más o menos, desde 1969, se descuentan tres minutos cada 25 años. Esta tendencia respondía a una evolución fisiológica natural -mejoras de entrenamiento, nutrición, biomecánica… todo aquello en lo que incide el Proyecto Sub2-, siempre considerando que, a medida que aumentan las demandas del rendimiento, los márgenes se vuelven cada vez más pequeños. Es decir, el ritmo de mejora debería ralentizarse conforme se vaya acercando a las 2 horas. Esto ponía en algún momento entre 2028 y 2035 el día en que esa barrera se tumbaría. "Sucede que esa curva está sufriendo un escalón exponencial en los últimos años", advierte Muñiz.

La carrera armamentística que las marcas deportivas emprendieron en 2017 con la comercialización de zapatillas con placa de carbono y suelas amortiguadoras de 40 milímetros de grosor coincide con este fenómeno. Aunque el récord mundial de maratón de Kipchoge resiste, la cascada de marcas pulverizadas en el fondo en los últimos años es asombrosa: 16 de los 25 mejores tiempos del maratón son de los últimos tres años, los récords mundiales del medio maratón masculinos y femeninos se han batido en el último mes, como también el récord de Europa del maratón de hombres. Y el récord de España tiene menos de un año.

 ¿Qué está pasando? Borja Muñiz y otros científicos publicaron a comienzos de años en la revista Sports Medicine un articulo en el que se cuestionaba el equilibrio entre avance tecnológico de este tipo de calzado y la evolución fisiológica de los atletas. No se trataban de ganancias marginales, pues las nuevas zapatillas posibilitaban mejoras en la economía de carrera de entre el 4% y el 6% (misma horquilla de incremento del rendimiento en la que se manejaba el dopaje sanguíneo con EPO, por ejemplo). “Hablamos de ganancias que pueden ser de 2-3 minutos en un maratón. Es contrario a la verdadera credibilidad del deporte. En el atletismo, en teoría, gana quien mejor fisiología tiene o mejor entrena. Puede haber una diferencia del 0,8% en valores fisiológicos entre dos atletas en la línea de salida. Pero, ahora, tener una zapatilla u otra puede darte ventaja si hay un 1% o 2% de diferencia entre dos marcas. No es justo, porque eso, en un maratón, es mucho, es la diferencia entre ganar o perder", resume Muñiz.

El Proyecto Sub2 propone que el límite de la suela se fije en 20 milímetros y no en los 40 ahora reglamentados para minimizar el ‘efecto muelle’: “La placa de fibra de carbono necesita grosor suficiente para ser eficaz, espuma para acumular energía elástica. Con 20 milímetros, tendría menos recorrido”, sugiere Muñiz. Las zapatillas, en todo caso, no hacen otra cosas que potenciar una pisada que los africanos ya poseen porque la naturaleza los ha hecho así.

El reportero británico Ed Caesar, autor del libro ‘Dos horas: En busca de la maratón imposible’ anticipa una de la razones que sustentan la hegemonía del África Oriental en las pruebas de fondo del atletismo: "Al final, la diferencia la marca el deseo. Hay tantos keniatas que quieren ser corredores profesionales de maratón, y son tan pocos los que al final acabarán haciendo dinero... Es un reto brutal y sólo los realmente fuertes sobreviven".

Una selección natural. El éxito de Kenia, Etiopía y, ahora también, Uganda en los medalleros internacionales en relación a su población o recursos económicos responde a una feroz lucha por una vida próspera en unas condiciones ambientales y socioculturales perfectas para el desarrollo de superatletas.

El Proyecto Sub2 tiene en las provincias del Valle del Rift, una profunda falla geológica que divide y cruza de norte a sur Etiopía y Kenia, su campo de operaciones. La base de un gran laboratorio en el que no faltan niños con sueños. Potenciales talentos que hay que detectar en localidades en la que la mitad de su población quiere ser maratoniana. Solo los mejores lo consiguen. "El este de África favoreció la aparición de estos superhombres de resistencia. Pero no hay evidencias de que esto sea una cuestión genética, al contrario de lo que suele pensarse", indica Borja Muñiz. "No hay aparentes diferencias genéticas entre europeos y africanos», recalca. "Es más bien una cuestión multifactorial», apunta. «Nacen y viven en altiplanos, a una altitud de dos mil metros", comienza a explicar Muñiz.

La altura, el aire más delgado y rico en oxígeno, multiplica la producción de glóbulos rojos de forma natural desde niños. Es el primer paso hacia la construcción de esas perfectas máquinas aeróbicas. "Van corriendo a la escuela. Hacen hasta 20 kilómetros diarios. Sabemos que, de media, cada niño, tiene 5 kilómetros de su casa al colegio. Esto es perfecto para adquirir desde la infancia esa base de resistencia. También, se ha demostrado que correr en época de crecimiento potencia pisar de metatarso de forma natural. Tienen las plantas de los pies duras como el esparto, una zapatilla natural. Esto, unido a su antropometría especial, favorece su economía de carrera", agrega. 

Si keniatas o etíopes presentan alguna singularidad es esa. No tienen un consumo de oxígeno mayor a un nórdico, por ejemplo. O un porcentaje del umbral anaeróbico mucho más alto que cualquier otro atleta bien entrenado. Pero ellos son más eficientes, usan menos oxígeno a las mismas intensidades de carrera. ¿Por qué? Lo detalla Borja Muñiz: "Tienen los gemelos más delgados y largos. Eso les permite una biomecánica óptima". Esas proporciones ideales, de torsos cortos y huesudos y finas y afiladas pantorrillas, son el cofre del tesoro de los keniatas. Les facilita aumentar la frecuencia de zancada y su amplitud, perfeccionando así su distinguida economía de carrera. "También la nutrición influye. Suelen comer Ugali, una harina de maíz con un 80% de carbohidratos que mezclan con verduras. Es la comida ideal para los corredores de larga distancia. No ingieren muchas calorías, pero sí la energía necesaria", subraya Muñiz.

En sus viajes a Kenia, el investigador zaragozano ha descubierto una cultura entregada al atletismo. Todos quieren ser el próximo Kipchoge. La ciudad de Eldoret es el corazón desde el que late esa pasión. Cerca de allí, unidos por carreteras de arcilla prensada y envueltos de bosques de eucaliptos, pueblos como Iten, Kitale o Kaptagat acogen la etnia de los campeones keniatas, la tribu Kalenjin, tan elegida o más como los Oromo, en Bekoji, en Etiopía. Minas de talento de las que, seguro, ha brotado o brotará la piedra preciosa del 1:59:59 del maratón. 

Antes o después, el muro de las dos horas, pocas dudas quedan, caerá. Lo tirarán abajo un atleta único -africano- y una firma deportiva que, desde ese día, se adjudicará, entre anuncios publicitarios, contratos millonarios y un estallido promocional, la gloria de un milagro fisiológico.

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