La vista del río Aguila debe ser destruida.

2022-04-21 10:51:01 By : Mr. David Wang

TEMAS: Tren Algeciras-Bobadilla AlCultura Sin mascarillas Rocío Arrabal Schengen Gibraltar Misiles submarino Gibraltar

Facebook Twitter Telegram Youtube Instagram Flipboard

Consulta en PDF toda la información en tu dispositivo favorito

Tras la inundación de enero de 1970, la suerte del río de la Miel estaba echada. Miguel Ángel Del Águila fotografió los pasos previos a su soterramiento

El río de Algeciras

El último puente. / Miguel Ángel del Águila

José Juan Yborra Algeciras, 23 Marzo, 2022 - 23:40h

Al contemplar las imágenes siguientes, se asoman susurrantes al recuerdo las palabras atribuidas a Catón el Viejo en el senado romano. Tras la repetición de la frase Carthago delenda est se interpreta una obsesiva recurrencia por acabar con el principal enemigo de Roma en tiempos de las guerras Púnicas.

Salvando las distancias y los diferentes contextos, en la Algeciras de principios de los setenta, el río de la Miel poseía el valor hostil de un problema con el que había que acabar de raíz, sin contemplar soluciones regeneracionistas. La pésima calidad de sus aguas, adonde desembocaban sin tratamiento alguno las fecales de todo el casco histórico y la impetuosa riada de San Hilario determinaron que las autoridades de la época optaran por el soterramiento del histórico cauce del río.

El río de la Miel, desde el puente de su desembocadura en 1968. / Miguel Ángel del Águila

Además, se proyectó una obra de colosal presupuesto y faraónica envergadura: el desvío de los excedentes aportes pluviales por un nuevo trazado igualmente subterráneo extramuros de la ciudad. Miguel Ángel Del Águila captó imágenes que manifiestan las imprevisiones que generó una decisión tomada al hilo de la inmediatez, que no contempló en ningún momento la rehabilitación del antiguo cauce, el cual fue borrado de los mapas con el beneplácito de muchos y la firma dual de ministros a pares.

El último puente. / Miguel Ángel del Águila

La riada del 13 de enero de 1970 no tuvo su origen en el último tramo del antiguo cauce. Las aguas se desbordaron más arriba, antes del llano de la Junquera, y llegaron al casco histórico a través de la avenida de la Estación; frente a las puertas de la Caridad se extendieron por toda la zona baja.

Miguel Ángel Del Águila tomó esta fotografía desde la banda sur unos días después de aquella fecha y se puede comprobar que la crecida no afectó a las débiles estructuras de madera habilitadas para la construcción de un puente que entonces se estaba erigiendo en el tramo final del curso. Sobre la empalizada levantada en la margen izquierda se alza un paso provisional de madera efectuado por pontoneros sobre el que circula un camión hormigonera dispuesto a depositar material junto al tajamar central del viaducto. Este se diseñó sin tener en cuenta soterramientos fluviales aún no contemplados y su sentido era poner en comunicación directa la acera de la Marina con el paseo de la Conferencia. Lo hacía necesario la expansión portuaria, de la que era testigo el nuevo edificio de la estación marítima, frente al que se encontraban atracados familiares transbordadores, arboladuras de la armada y modernos ferris dispuestos a cruzar el Estrecho. Este fue el último puente que se construyó sobre un río que tenía ya los días contados y que poco después no necesitaría de ninguno para cruzarlo.

El río sentenciado.

Las obras del nuevo puente fueron rápidas: el 10 de noviembre de 1970 estaba ya concluido. El fotógrafo tomó esta imagen desde el peatonal que se alzaba junto a la caseta de carabineros de la entrada del muelle Chico y se muestra rematado, aunque aún no practicable.

Flamantes barandillas de hierro reposan sobre horizontales estructuras de hormigón y contrastan con las provisionales de madera que impedían la circulación desde su extremo norte, donde el paso a nivel era testigo del discurrir diario de trenes camino de Madrid o de Granada.

Aún se observan restos de la antigua prestancia del lugar, como el curvo remate de forja que corona alguna farola, los históricos hoteles de la banda sur, con las sábanas puestas a secar en las azoteas del Término o el arco de medio punto de la marquesina del Anglo con los balcones en su mayoría cerrados; las cristaleras de casa Alfonso, que apenas cubren los letreros luminosos de Partida; el gablete curvo del hotel Madrid, la ecléctica casa de los González Gaggero, con el torreón ya derribado; el rebajado arco del puente de la Conferencia; el eucalipto que daba sombra al cuartel de Transeúntes; la racional estructura del hotel Octavio o el cubo cejado de Llodrá, cuyo blanco pretil contrastaba con las nubes de la sierra. El tiempo pasaba sobre el viejo cauce y los nuevos puentes pronto dejaron de tener sentido.

Apenas un año después, en septiembre de 1971, Miguel Ángel Del Águila captó esta imagen donde de forma oficial se inició el proceso de soterramiento del histórico cauce del río de la Miel. Fue un día de pegajoso levante donde todos los balcones que daban a la Marina y a las dos márgenes se cubrieron con banderas; las farolas se adornaron con gallardetes con el escudo de la ciudad y más enseñas nacionales; los vecinos y muchos ciudadanos esperaban con satisfacción que el mal olor desapareciera de sus puertas y que el cieno no entrara más en sus casas.

En las proximidades del último puente recién inaugurado, tuvo lugar el acto de colocación de la primera piedra. Junto a reporteros cámara en mano y frente a una cohorte de subsecretarios e influyentes ciudadanos, Gonzalo Fernández de la Mora, ministro de Obras Públicas y Laureano López Rodó, ministro responsable de los Planes de Desarrollo, firman un historiado pergamino con leyendas de otro régimen. Formaba parte, junto con el ejemplar de la Hoja del Lunes, otros periódicos y monedas, de la cápsula del tiempo que iba a ser sepultada junto a históricas corrientes, oscuros lodos y clara zahorra.

Barceloneses ambos, tecnócratas ambos, los dos ministros no disimularon afán de protagonismo y no cejaron hasta que sus firmas se refrendaron a la par sobre el ilustrado pliego. Competencias y rivalidades dobles signaron el certificado de defunción del histórico río que llevó en la dualidad su esencia, su devenir histórico y hasta la rúbrica de su propia muerte.

Tienes que estar registrado para poder escribir comentarios.

© Joly Digital | Rioja 13, Entreplanta. 41001 Sevilla